En la modesta mesita de noche de su cuarto la lámpara estaba encendida, al igual que el infaltable abanico tan necesario en aquel paraje tan lejano de Dios y tan cerca del trópico de Cáncer, parafraseando al héroe dictador de otros tiempos. Sobre la cama estaba un ejemplar del best seller La Fortaleza Digital, de Dan Brown, devorado con ansias por su correspondiente lector.
En medio de aquella tenue oscuridad se divisaba la inconfundible luz de una pantalla, ora un televisor, ora una computadora laptop marca Toshiba. El resplandor de la pantalla se reflejaba en unos lentes para leer. Si tuviéramos la posibilidad de descifrar a través de dichas lentes el mensaje encriptado de dicho resplandor, no veríamos más que manchas difusas en una orgía de bits. Pero… se alcanza a distinguir algo como un mensaje comprensible para el ojo humano que reza lo siguiente:
“Su solicitud de trabajo ha sido aceptada. Repórtese en el área de Humanidades el próximo 30 de los corrientes, sito en Alcalde esquina con Guanajuato, con el Ing. Alva. Departamento de Recursos Humanos de la Universidad de Guadalajara”.
Era media noche, y esa noticia generó en su lector un leve aullido casi orgásmico de felicidad.¿Qué pasará de ahora en adelante? Se preguntaba a sí mismo aquel simio con aspecto humano de melena ensortijada, ojos cafes y pensamiento disperso en aquella danza de caracteres alfanuméricos. A nuestro transnochado ser esa felicidad le duraría hasta el partido de México contra la república del Congo, donde el popular Tri sería humillado por su similar africano, en partido programado dentro de las Olimpiadas de Beijing.